" Al arte de poner el placer al servicio de la alegría, es decir, a la virtud que sabe no ir a caer del gusto en el disgusto, se le suele llamar desde tiempos antiguos templanza.
Se trata de una habilidad fundamental del hombre libre, pero hoy no está muy de moda: se la quiere sustituir por la abstinencia radical o por la prohibición policíaca".
Fernando Savater, Ética para Amador.
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