El profesor de baile mueve el cuerpo maravillosamente bien. La salsa la baila que da gusto verle. Si me quiere enseñar a bailar salsa no podrá exigirme que imite todos sus movimientos con sólo verle. Si lo intento me saldrá mal. Tendrá que descomponer (análisis) la salsa (compleja) en sus partes componentes (simples), me enseñará a bailar las partes componentes simples una y otra vez y luego me enseñará a unir las partes simples en una unidad compleja (síntesis).
En cualquier texto filosófico el autor mueve y configura la relación de las ideas de una forma estupenda. Pero si pretendo entenderlo tengo que proceder como el profesor de salsa, descomponer (análisis) lo complejo (el texto) en sus componentes simples (ideas principales).
Para analizar el texto y descomponerlo en sus ideas principales debo leerlo, releerlo las veces que sea preciso, buscar en el diccionario las palabras y expresiones que no entienda y subrayar las ideas principales, que luego recogeré en el esquema.
Entonces el texto ya no es tan difícil, porque sé de que ideas se compone. Una vez que tengo en mi mente esos componentes simples (ideas) he de entender cómo el autor las ha combinado (sintetizado) en una realidad compleja (el texto).
Debo poner título al texto (si no lo tiene), que recogerá qué problema filosófico trata el texto (el profesor de baile pude ejecutar salsa o rumba u otra cosa, el texto puede tratar muy diversos problemas filosóficos), debo realizar un esquema que recoge todas las ideas principales del texto y su articulación, sus relaciones (la estructura del texto, sus apartados).
Con todo esto ya podré realizar una síntesis personal de la totalidad del significado del texto.
Sólo partiendo de lo simple puedo llegar a entender lo complejo. El texto es un rompecabezas compuesto de pequeñas piezas. Hacer un rompecabezas lleva su tiempo.
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